Las redes sociales han transformado radicalmente la forma en que las personas se comunican, acceden a la información e interactúan con el mundo que las rodea. Plataformas como Facebook, Instagram, Twitter y TikTok se han convertido en parte integral de la vida cotidiana, ofreciendo un espacio para la autoexpresión, la conexión y el intercambio de ideas. Sin embargo, el impacto de las redes sociales en la sociedad es motivo de celebración y preocupación a la vez.

Uno de los aspectos positivos de las redes sociales es su capacidad para conectar a las personas. Permiten conectar con familiares y amigos a distancia, derribando barreras geográficas. Las redes sociales también brindan una plataforma para las voces marginadas, permitiendo que las personas se organicen por causas de justicia social, compartan mensajes sobre temas importantes y forjen comunidades centradas en intereses y objetivos compartidos.

Por otro lado, las redes sociales también tienen sus desventajas. La exposición constante a representaciones seleccionadas, a menudo poco realistas, de la vida de otros puede generar sentimientos de incompetencia, ansiedad y depresión. La rápida propagación de desinformación y el auge de las cámaras de eco —donde las personas solo se exponen a información que coincide con sus creencias— pueden polarizar a las comunidades y exacerbar las divisiones sociales.